Encuentro II
Fui a ese lugar no tan viejo en que solía producir dinero, por así decirlo. Fui a ver como mis queridos zombies encontraban su liberación en esa monótona coreografía que su trance los obliga a seguir. Anoche, vaya uno a saber por qué, su danza era una ola tranquila, hipnótica, qué se yo que mierda les pasaba. Pero me recibieron sin morderme. De nada les sirve morder más zombies. Y así me senté en lo oscuro del lugar a verlos y disfrutar. Y vino ella. Apareció de quién sabe donde a sentarse a mi lado, a torturar mi tranquilidad con sus llantos que no se terminan. Venía, como siempre, a ver a su ángel. Y había acertado en fecha y hora, como siempre hace uno con sus ángeles. Ahí estaba yo, supongo que esperándola. Y me dijo:
-Ángel. Soy feliz. Estoy contenta. Besame.
-Qué bueno verte así mujer. Qué bueno que no llores.
-No lloro. No se por qué. Ahora estoy feliz. Besame.
Abrazo.
Y me fui a ver zombies otra vez, a atenderlos y festejar sus pasos. Y acicalé sus llagas purulentas como siempre hizo este zombie con ellos. Y preparé pócimas para el dolor de ellos y el mío. Y una poción para ella preparé, para ella y para mí. Y volví. Pero no estaba. Estaba escondida llorando mi niña. Los ángeles siempre nos damos cuenta de esas cosas. Y llora porque llorar no es malo cuando está feliz. Pero llora a escondidas por temor a mis palabras. Como siempre.
Y la esperé hasta que vino y quiso que nos fuéramos de allí.
-Odio a los zombies.
-Pero yo....
-Vos nada. Vos no sos un zombie. ¡Mirate!
-...
Abrazo.
Y nos fuimos y bebimos de la pócima. Y lloró y me usó de ángel otra vez. Un angelo. Un angelo. Y la pócima llegó a su punto.
-Dale. Besame.
Beso.Beso.
Y me fui a dormir. Y soñé pensando que todo lo anterior era un sueño, hasta dormirme. Y soñé ahora dormido. Soñé que mi angel no quería besarme.
-Ángel. Soy feliz. Estoy contenta. Besame.
-Qué bueno verte así mujer. Qué bueno que no llores.
-No lloro. No se por qué. Ahora estoy feliz. Besame.
Abrazo.
Y me fui a ver zombies otra vez, a atenderlos y festejar sus pasos. Y acicalé sus llagas purulentas como siempre hizo este zombie con ellos. Y preparé pócimas para el dolor de ellos y el mío. Y una poción para ella preparé, para ella y para mí. Y volví. Pero no estaba. Estaba escondida llorando mi niña. Los ángeles siempre nos damos cuenta de esas cosas. Y llora porque llorar no es malo cuando está feliz. Pero llora a escondidas por temor a mis palabras. Como siempre.
Y la esperé hasta que vino y quiso que nos fuéramos de allí.
-Odio a los zombies.
-Pero yo....
-Vos nada. Vos no sos un zombie. ¡Mirate!
-...
Abrazo.
Y nos fuimos y bebimos de la pócima. Y lloró y me usó de ángel otra vez. Un angelo. Un angelo. Y la pócima llegó a su punto.
-Dale. Besame.
Beso.Beso.
Y me fui a dormir. Y soñé pensando que todo lo anterior era un sueño, hasta dormirme. Y soñé ahora dormido. Soñé que mi angel no quería besarme.