Nose @ 31.3.06

Encuentro II

Fui a ese lugar no tan viejo en que solía producir dinero, por así decirlo. Fui a ver como mis queridos zombies encontraban su liberación en esa monótona coreografía que su trance los obliga a seguir. Anoche, vaya uno a saber por qué, su danza era una ola tranquila, hipnótica, qué se yo que mierda les pasaba. Pero me recibieron sin morderme. De nada les sirve morder más zombies. Y así me senté en lo oscuro del lugar a verlos y disfrutar. Y vino ella. Apareció de quién sabe donde a sentarse a mi lado, a torturar mi tranquilidad con sus llantos que no se terminan. Venía, como siempre, a ver a su ángel. Y había acertado en fecha y hora, como siempre hace uno con sus ángeles. Ahí estaba yo, supongo que esperándola. Y me dijo:

-Ángel. Soy feliz. Estoy contenta. Besame.
-Qué bueno verte así mujer. Qué bueno que no llores.
-No lloro. No se por qué. Ahora estoy feliz. Besame.

Abrazo.

Y me fui a ver zombies otra vez, a atenderlos y festejar sus pasos. Y acicalé sus llagas purulentas como siempre hizo este zombie con ellos. Y preparé pócimas para el dolor de ellos y el mío. Y una poción para ella preparé, para ella y para mí. Y volví. Pero no estaba. Estaba escondida llorando mi niña. Los ángeles siempre nos damos cuenta de esas cosas. Y llora porque llorar no es malo cuando está feliz. Pero llora a escondidas por temor a mis palabras. Como siempre.
Y la esperé hasta que vino y quiso que nos fuéramos de allí.

-Odio a los zombies.
-Pero yo....
-Vos nada. Vos no sos un zombie. ¡Mirate!
-...

Abrazo.

Y nos fuimos y bebimos de la pócima. Y lloró y me usó de ángel otra vez. Un angelo. Un angelo. Y la pócima llegó a su punto.

-Dale. Besame.

Beso.Beso.

Y me fui a dormir. Y soñé pensando que todo lo anterior era un sueño, hasta dormirme. Y soñé ahora dormido. Soñé que mi angel no quería besarme.

1 Comments:

Anonymous Anónimo Dijo...

Y si, fui a buscar la carta, pero no decìa nada. Nada que me incumbiera por lo menos, aunque demasiado tenìa que ver conmigo.
Y los acentos siguen del revès y una vez un piano fue mìo, aunque no me importò que fuera mìo sino que me lo hubieran dejado. Igual no me entendieron. Tampoco me iban a entender a menos que les dijera que sus bigotes eran blancos, muy blancos les digo, y que me encantaba regocijarme en ellos cada vez que hablaba. Si, de eso se trata la fascinación. En parte. Como esa vez que me enseñò la tabla del nueve con los azulejos. Eran beige y blancos, me acuerdo. Y puedo seguir escribiendo porque realmente tengo ganas de hacerlo, pero mis manos no van tan ràpido como el contenido de mi caja craneana, (como el constante dilatarse de mis pupilas), si es que el hecho de que haya algo es lo que realmente importa. No se. Ahora no me importa. No estoy hablando con ella, ni desde ella. Y tenìa ganas de escribir sin que me lean, con las pupilas dilatadas, quizàs por eso rompì el papelito en cuatro pedazos, uno, dos, tres, cuatro (hacìa falta la aclaraciòn). Claro, una vez que bajè del bondi… Pero en ningún momento dejè de pensarlo. (no en romperlo, en pensarlo les digo) Y si, a veces es lindo que te salven, o dejarse salvar. Dejarse no caer. Dejarse no dormir. Dejarse y nada màs.

4/22/2006 12:59:00 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home